EJES DE TRABAJO

Begoña Isasi

Los traumas sexuales infantiles

Desde el inicio de su obra, Freud habla del trauma. En un primer momento lo sitúa en el origen de la etiología de las neurosis histéricas, donde se produce un trauma sexual como resultado de la seducción ejercida por un adulto al niño.

Más adelante Freud se dará cuenta que lo que es traumático es la exigencia pulsional misma. “Llamamos trauma a esas impresiones de temprana vivencia, olvidadas luego, a las que atribuimos una enorme significatividad para la etiología de las neurosis”1.

El varón, dice Freud, tras descubrir la castración materna caerá bajo el influjo de la amenaza de castración, que será el trauma más intenso de su joven vida.

El trauma es la marca de un impulso pulsional recogido en la cura analítica. Esta marca solo aparece como Nachträglich, en un après-coup, en un momento en que se produce un pequeño desplazamiento o traspiés en el que se sostenía el sujeto y lo constituye como un acontecimiento; es decir, “transforma una huella muda en un acontecimiento que puede decirse”2.

Entonces, tenemos dos tiempos en la estructura del trauma freudiano: un primer tiempo donde el sujeto se confronta con algo enigmático que le concierne, y un segundo tiempo en el que surge la significación.

Esto lo podemos comprobar muy claramente en el caso Emma.

Emma, ya adulta, tiene una inhibición: no es capaz de entrar sola en una tienda, lo que relaciona con lo que le ocurrió a los 12 años, cuando al entrar en una tienda vio a los dos dependientes riéndose entre ellos y salió corriendo pensando que se reían de su vestido. Además, se sintió agredida sexualmente por uno de ellos.

Esta escena le lleva a otro recuerdo a los 8 años: entra a comprar dulces a una pastelería y el tendero le pellizca los genitales a través del vestido. A pesar de ello vuelve una segunda vez, lo que se reprocha, como si ella misma hubiera querido provocar el atentado.

La risa de los dependientes a los 12 años evoca el recuerdo del pastelero que le pellizca los genitales y despierta en Emma -cosa que no pudo hacer cuando ocurrió- un desencadenamiento sexual: se siente excitada por uno de los dependientes y se angustia.

“El atentado no es solo atribuido al otro, sino que el sujeto se sitúa él mismo en el corazón de un conflicto psíquico del cual Freud va a intentar extraer lo que está en juego en el traumatismo”3. Es lo sexual en sí mismo lo que es traumático por no ser inscrito en ninguna parte en el ser humano como instinto.

Se trata del encuentro con lo real del goce, con lo que más adelante Lacan llamará la sexuación. En el caso de Emma, el trauma no está causado por el acto del tendero, sino por la ausencia de un saber capaz de metabolizarlo.

El primer encuentro es con un real que supone la irrupción de un goce sexual, en ausencia de un saber sobre el sexo. El segundo encuentro es ya repetición y se produce bajo la forma de un fantasma que organiza la escena para el sujeto, fantasma que ya es respuesta, es un modo de tratamiento del trauma4.

Lo que se juega en el niño o en la niña es el encuentro con el goce de su cuerpo, por eso hay que introducirse en la lógica del cuerpo hablante.

Como dice Lacan5, sabemos la importancia que tiene para un sujeto haber sido o no deseado por sus padres. La manera en que se le ha inculcado un modo de hablar lleva la marca del modo bajo el que le aceptan sus padres.

El hombre piensa con ayuda de las palabras y es en el encuentro entre esas palabras y el cuerpo donde algo se esboza.

Lalengua, término que Lacan construye en el Seminario XX a partir del laleo del niño, es un asunto de cada uno. La lengua materna es del Otro. Lalengua no implica al Otro, está del lado del Uno, Il y a de l'Un. Lalengua es el resultado de los elementos recortados del lenguaje más el goce.

Es en ese moterialismo (neologismo de “mot” -palabra- con materialismo) donde reside el asidero del inconsciente, dice Lacan, es decir que es lo que cada uno puede hacer con el síntoma.

En el encuentro del cuerpo con lalengua quedarán trazas, residuos, marcas que nos perturbarán y que produce un efecto de agujero, ya que el significante hace agujero en lo real. Este encuentro entre lalengua y el cuerpo es troumatique.

“Lacan inscribe el trauma como una consecuencia del poder agujereante de lo simbólico en lo real, productor de efecto de goce y efecto de agujero a título de “acontecimiento de cuerpo”6.

La topología del agujero como concepto devendrá para Lacan equivalente del inconsciente como real.

Si tomamos el caso Juanito, caso paradigmático por excelencia del trabajo con niños en psicoanálisis, que Lacan lo retoma en su “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, comprobamos cómo aquello que le espanta a Juanito y que no tiene nada que ver con el autoerotismo, en contra de lo que dice Freud, son sus primeras erecciones, que su wiwimarcher -como lo llama- se mueve solo, y esto es lo más hetero que hay, es decir es extranjero, exterior y sin sentido. Juanito no entiende nada, solo piensa en eso, este goce de su wiwimarcher ajeno a él, le tiene abatido, acobardado, lo encarna en objetos externos, en el caballo que patea, que cae al suelo… y hace una fobia.

La diferencia absoluta siempre aparece como algo que es la del sujeto mismo en relación con la alteridad de su propio cuerpo, la alteridad del goce con su propio cuerpo.

Y ahí nos encontramos con ese Uno del goce, Il y a de l'Un, sin Otro posible para identificarse o definirse en relación al Otro. Y es ante esa alteridad radical que se juega toda la posición sexuada del sujeto.

Ahí aparecerá la diferencia en lo real del cuerpo. Hay un encuentro con lo real, con una diferencia absoluta que no puede ordenarse por el significante fálico.

A esos detritos, esos añicos dejados por el lenguaje se le agregarán problemas que atemorizarán, pero gracias a ellos se realizará la coalescencia de la realidad sexual y del lenguaje.

Esa realidad es que ‘no hay relación sexual’. No hay articulación significante que pueda decir la relación sexual. Es decir, que el encuentro sexual es siempre traumático.

 

Notas:

  1. Freud, S.: “Moisés y la religión monoteísta” (1938) en O.C., Vol. XXIII. Amorrortu editores, p. 70.
  2. Roy, D.: “Una nueva clínica del trauma” en De la infancia a la adolescencia. Paidós 2019.
  3. Dupont, L., “Atentado sexual”, título de las 50ª Jornadas de la Escuela de Causa Freudiana. Ver “Introducciones”, en Quarto – 127, Revue de psychanalyse publiée en Belgique, abril 2021.
  4. Fernández Blanco, M.: “La repetición como concepto fundamental del Psicoanálisis”, en Capitón: Seminarios clínicos. Revista del CID-LM, 2009.
  5. Lacan, J.: “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma” en Intervenciones y textos 2. Manantial, 1988.
  6. Solano-Suarez, E.: “Puede haber una mujer color de hombre u hombre color de mujer”, IIIª Conferencias Internacionales Jacques Lacan, organizadas por la FCPOL, abril-mayo 2021.
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Notas:

  1. Freud, S.: “Moisés y la religión monoteísta” (1938) en O.C., Vol. XXIII. Amorrortu editores, p. 70.
  2. Roy, D.: “Una nueva clínica del trauma” en De la infancia a la adolescencia. Paidós, 2019.
  3. Dupont, L., “Atentado sexual”, título de las 50ª Jornadas de la Escuela de Causa Freudiana. Ver “Introducciones”, en Quarto – 127, Revue de psychanalyse publiée en Belgique, abril 2021
  4. Fernández Blanco, M.: “La repetición como concepto fundamental del Psicoanálisis”, en Capitón: Seminarios clínicos. Revista del CID-LM, 2009.
  5. Lacan, J.: “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma” en Intervenciones y textos 2. Manantial, 1988.
  6. Solano-Suarez, E.: “Puede haber una mujer color de hombre u hombre color de mujer”, IIIª Conferencias Internacionales Jacques Lacan, organizadas por la FCPOL, abril-mayo 2021.