TEXTOS DE ORIENTACIÓN

Manuel Montalban

El trauma de Juanito

La mayoría tenemos en mente los elementos esenciales del caso Juanito de Freud. Además, Lacan lo convertirá en una referencia recurrente en su enseñanza respecto al padre y sus nombres en psicoanálisis, la angustia, el síntoma, e incluso en relación a la lógica de la sexuación.

El caso del pequeño Hans fue publicado en 1909 bajo el título “Análisis de la fobia de un niño de cinco años”, y ha pasado a la historia como el primer intento de aplicación del psicoanálisis en niños. Pero hay que recordar que entre Freud y Juanito hubo solo un encuentro (dos, si atendemos al hecho de que volvió a casa de Freud en una ocasión, siendo más mayor). El tratamiento, más bien, fue implementado por el propio padre, seguidor aplicado de Freud, quien, a través de sus anotaciones sobre sus diálogos, y sueños y fantasías del pequeño, fue orientado por Freud.

Así, antes de cumplir los 5 años, y estando de paseo por el parque con su madre, Juanito contempló una escena: un caballo que tiraba de un pesado carro se desplomó en la calle. A partir de ese momento toma forma una fobia hacia los caballos, y más específicamente a que un caballo pueda morderle. El miedo es tan intenso que le dificulta salir de casa. De cualquier modo, hay que resaltar que, antes de este episodio, ya se observaban en Juanito, indicios de estados de angustia: pesadillas, algún temor nocturno que le provoca llanto y que no quiera separarse de su madre. Hay antecedentes que anuncian la angustia de Juanito y es que a la edad de 4 años llega llorando una mañana con sus padres y les dice que ha pensado que mamá está lejos y no había “ninguna mami para hacer cumplidos”1. En otra escena incluso, estando en la calle con su niñera, empieza a llorar y pide que lo lleven con su madre. Se trata en este primer momento de angustia, como señal inicial, y solo en un segundo tiempo, esta queda fijada al miedo de que un caballo lo muerda, momento en el que se constituye la fobia.

La interpretación de Freud sobre el caso es que el caballo es el padre, la zona negra alrededor de la boca que tanto le inquieta, sería el bigote, y lo que los caballos tienen ante los ojos, serían las gafas, como atributo masculino. Así se lo comunica al pequeño en la visita que padre e hijo realizan a su consultorio. En concreto, Freud le revela que tenía miedo a su padre por querer él tanto a su madre. Él no podría menos que creer que el padre sentía por ello rabia, pero eso no era cierto: el padre le tenía cariño, y podía confesarle todo sin miedo. Que hacía tiempo, antes que él viniera al mundo, Freud sabía ya que llegaría un pequeño Hans que querría mucho a su madre, y por eso se vería obligado a tener miedo del padre; y Freud ya le había contado eso a su padre. Podemos deducir, en la construcción del caso, que se necesitaba de esa intervención, precipitada, en cierta manera, por las provocaciones hacia su padre, como en las dos ocasiones en que Juanito lo invita a violar reglas y en una de ellas claramente, en su fantasía, intervienen padre e hijo en ese más allá, dando por resultado la detención por la policía. Fantasías que permiten pensar esa necesidad de Juanito de una intervención en la que opere la ley.

A partir de este esclarecimiento, Juanito empieza a dar más detalles de su fobia: no solo tiene angustia a los caballos, sino también a los carruajes, a los carros de mudanzas y a las diligencias. Su rasgo común sería el desplazamiento de una carga pesada. También expresa que lo que le angustia es que los caballos se “tumben”, se desplomen, caigan.

Habría en Juanito dos construcciones que indicarían la superación de su fobia, y la conclusión del tratamiento mediado por Freud. Un primer sueño es el siguiente: “ha venido el instalador y con unas tenazas me ha quitado primero el trasero y después me ha dado otro, y después el hace-pipí”. Freud dirá al respecto que se trata de la superación de la angustia de castración, el médico instalador viene, le quita el pene y le da otro de niño más mayor. La segunda, una fantasía consistente con el deseo expresado por Juanito de estar casado con la madre y tener con ella muchos hijos, establece que, en vez de hacer desaparecer al padre, lo vuelve inofensivo y lo coloca como esposo de la abuela.

Lacan retoma estos aspectos y lee el texto freudiano, como hace siempre, con rigor, atento a los detalles, despejando el propio síntoma-Freud, y relacionando distintos momentos de su recorrido. Así en su Seminario 4, sobre la relación de objeto, representa el caso como el pasaje desde aquello que “se mueve”, que va desde el registro imaginario hacía el registro simbólico, y que culmina con el paso desde lo que se mueve a lo que se puede sustituir. Para ello podemos plantear tres ejes de lectura: 1) La pregunta “¿dónde está el padre?”, 2) la deconstrucción que Lacan hace de los “ortopedistas del yo” en la relación de objeto con el yo hegemónico y 3) Lacan parte de la necesidad absoluta del simbolismo significante para comprender el caso, en contra de la idea de un objeto armónico para una relación madura con el objeto genital, propia de las corrientes post-freudianos.

Lacan rescata y enfatiza lo que Freud planteaba sobre el objeto: de alcanzarse se hará por una vía paradójica. El objeto al que se adhieren las primeras satisfacciones del niño es signo de una repetición imposible, a falta de proporción entre sujeto y objeto, proporción perdida. Dos formulaciones lacanianas posteriores tendrán una estrecha relación con lo que muestra este caso: la fórmula del fantasma, ese intento de hacer la relación de objeto que no hay, y que en el Seminario 6 adjudicará al deseo humano, deseo articulado, no a un objeto sino a un fantasma. Y también en la base de la expresión, tan conocida, tan polémica, “no hay relación sexual”, que relanza al final de la enseñanza de Lacan esta idea de ausencia de proporción sexual entre los partenaires, formas de elección no condicionadas por el instinto sino por condiciones de goce condensadas en el fantasma. No hay complementariedad entonces entre sujeto y objeto en la clínica, y el caso de Juanito nos lo muestra.

Aprovecha este caso, también Lacan en el Libro 10 del Seminario, para ir al encuentro del objeto a través de la angustia, como clave en la fobia. Se puede detectar el paso de la angustia freudiana, ligada a la castración, a la angustia lacaniana, ligada, más bien, a la separación y sus vicisitudes. Lacan relativiza para el caso de Juanito la amenaza del Otro, que queda supeditada a las dificultades en el paso del universo imaginario al simbólico. Lacan reelabora el proceso de la angustia de castración, angustia ante el padre, distinguiéndola de la angustia alrededor del padre, de su posición, su papel, su función, la posibilidad de su carencia, vacío en el padre, representado por el caballo. Lacan lo menciona de diversas maneras: insiste en la crítica al evolucionismo post-freudiano, enfatizando que no hay Edipo ideal. Le parece más interesante la pregunta por el padre, por la ausencia, las dificultades de cierta transmisión, cierta autorización, el padre de las posibilidades, frente al padre del autoritarismo, o el que compensa su ausencia simbólica con una hiper-presencia de cuidados, de preocupaciones, de activismo paterno…

También en la “Conferencia de Ginebra”2, Lacan retoma lo que considera una de las grandes aportaciones de Freud, que los síntomas tienen un sentido y que solo se interpretan correctamente, en el sentido de que “el sujeto deje caer alguno de sus cabos”, en función de las primeras experiencias relativas a la realidad sexual. Pero Lacan disiente en el hecho de que Freud eligiera de manera privilegiada el término “autoerotismo”, relativo al descubrimiento inicial, por parte del niño, de esa realidad sexual en el propio cuerpo. Lacan recurre, de nuevo, al caso Juanito para resignificar el autoerotismo. Lo que el pequeño llama su Wiwimacher recoge su experiencia de tener las primeras erecciones, ese goce primero que comienza a manifestarse, y que puede, y suele, ocurrirle a cualquiera. Y aquí Lacan sustenta la invención de Freud, el inconsciente, en el sentido de que se trata de un descubrimiento vinculado a ese encuentro que tienen ciertos seres con su propia erección. Pero por ser propia no es auto, autoerótica, sino más bien representa lo más hetero hasta ese momento. En la Conferencia de Yale3 también lo apostilla: Juanito quiere darle un sentido, pero, por mucho sentido que pretenda otorgarle, ningún niño experimenta naturalmente la relación con ese órgano, siempre considerará al pene, en principio, como algo traumático, perteneciente a la exterioridad del cuerpo.

El bueno de Juanito, un investigador nato, no puede sacárselo de la cabeza, y lo encarna en objetos externos, a saber, sobre todo en ese caballo que se pone nervioso, cocea, relincha, para caer finalmente al suelo. En ese caballo que va y viene, a lo largo de andenes, tirando de un carro, corporiza aquello que tiene que enfrentar y de lo que no entiende nada, sobre todo por la madre y el padre que tiene, y la relación entre ellos y con él mismo. El síntoma fóbico es la expresión, la significación de ese rechazo al goce más hetero, pues, a pesar, que el Wiwimacher forme parte de su cuerpo, el goce que resulta le es completamente ajeno, hasta el punto de amedrentarlo. Las indicaciones de Freud, mediatizadas por el intervencionismo de su padre, no son más que “una artimaña”, dirá Lacan4, cuyo único mérito es el de haber sido exitosa, logrando “que otro, en esta ocasión, su hermanita, soporte ese pequeño pene”. La fobia al caballo localizará precisamente en ese miedo lo que la angustia tiene de invasiva, circunscribiéndola. Hasta entonces, Juanito jugaba con el falo imaginario, convertido para él en elemento del deseo de la madre, pero no puede elevar, solo, el falo a nivel de símbolo, y el padre no alcanza de manera fluida. No es lo mismo ser el falo de la madre que experimentar el goce en un órgano que no obedece a la voluntad y cuya irrupción resulta traumática. Para Juanito la burbuja narcisista que sostenía con la madre no puede incluir este goce que ella prohibía, pero que paradójicamente acompañaba también de ternura compensatoria.

Juanito recurrirá al significante caballo para intentar completar la metáfora paterna insuficiente, mediante toda una serie de construcciones míticas. El sujeto busca y localiza, a su manera, elementos a su disposición en la operación de simbolización del falo. Pone en función un significante, el caballo, como significante-amo para significantizar el goce, es decir, para hacer pasar el falo imaginario al estatuto de significante simbólico. En RSI, el Seminario coetáneo, Lacan afirma que Juanito está obligado a “dar cuerpo al embarazo que tiene por ese falo y para el cual se inventa toda una serie de equivalencias diversamente piafantes bajo la fobia que se dice del caballo”5.

En este encuentro hetero-erótico podemos localizar el acontecimiento traumático que derivará en un cuerpo afectado. El estatuto de este acontecimiento definitivo ya no es producido por el Otro, por lo fantasmático, sino por la incidencia de lalengua que impacta el cuerpo. Como claramente detalla Miller, el traumatismo lacaniano, su núcleo, no se relaciona siempre con un accidente concreto del orden de la amenaza o la pérdida de amor, sino que “el principio del acontecimiento fundamental, trazador de afecto, (…) es la relación con la lengua”6. Juanito “entra en la serie de niños afectados por el troumatisme7: frente a la falta de sentido de ese S1 ligado a la hetero-erección, que se evidencia en un goce desbordante, recurre a la fobia. Colegas, como Vicente Palomera8 o Marina Recalde9, nos ponen sobre la pista de un comentario, casi al vuelo, de Freud en la Carta 10810 (3-4 de enero de 1899) a Fliess, donde menciona un pequeño detalle de su autoanálisis. Brevemente, afirma que puede confirmar que las fantasías son producto de períodos relativamente avanzados, que se proyectan retrospectivamente hasta la primera infancia, por una vía singular: una asociación verbal. Pero la respuesta a la pregunta por qué ocurrió en la primera infancia es nada; aunque hubiera allí un germen de impulsos sexuales. Llega a captar, escribe, un nuevo factor psíquico al que reconoce vigencia general y concibe como una etapa previa del síntoma, anterior incluso a la fantasía. Nada primera, agujero, troumatisme, sobre el que se edificará la defensa y sus devenires. En este punto, Palomera11 remarca que si Lacan recurre a Juanito es porque algo en el caso mediatizado por Freud, y en el desarrollo que Lacan realiza a lo largo de su enseñanza, puede darnos una idea, también ahora que intentamos orientarnos respecto a los traumas sexuales infantiles, y esa alteridad radical a partir de la cual, como escribe Begoña Isasi12 en la presentación de este eje de trabajo, “se juega toda la posición sexuada del sujeto”.

 

Notas:

  1. Freud, S. (1909), “Análisis de la fobia de un niño de cinco años”, en Obras completas, vol. X. Buenos Aires: Amorrortu, 2005, p. 22.
  2. J. Lacan (1975a), “Conferencia de Ginebra sobre el síntoma”, en Intervenciones y Textos 2, Buenos Aires: Manantial, 1988, p. 126.
  3. Lacan, J., (1975b), “Conferencias en universidades norteamericanas – Universidad de Yale, Seminario Kanser”, 24 de noviembre 1975, Lacaniana, 2015, 19, p. 15.
  4. Lacan, J. (1975), op. cit. p.126.
  5. Lacan, J., Seminario, Libro 22, RSI, (1974-1975) inédito, clase 2, 17 de diciembre de 1974.
  6. Miller, J.-A. (2002), Biología Lacaniana y Acontecimiento del Cuerpo. Buenos Aires: Colección Diva, p.81.
  7. Pelliza, M. (2013), “El Niño Amo”, Las Conversaciones del VI ENAPOL.
  8. Palomera, V. (2020), “Lo que viene de lo Real”, en J. Rotstein (comp.) Estudios sobre lo Real en Lacan, Barcelona-Buenos Aires: Xoroi.
  9. Recalde, M (2020), “Armar un cuerpo”, X Conversación Clínica Antena Bilbao, Sección Destellos.
  10. Freud, S. (1899), “Carta 188, 3.4 de enero de 1899”, en Cartas a WiIlhelm Fliess 1887-1904. Buenos Aires: Amorrortu Eds, 1986, p. 370.
  11. Palomera, V. Op. cit., p. 51.
  12. Isasi, B. (2021) “Los traumas sexuales infantiles”.
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Notas:

  1. Freud, S. (1909), “Análisis de la fobia de un niño de cinco años”, en Obras completas, vol. X. Buenos Aires: Amorrortu, 2005, p. 22.
  2. J. Lacan (1975a), “Conferencia de Ginebra sobre el síntoma”, en Intervenciones y Textos 2, Buenos Aires: Manantial, 1988, p. 126.
  3. Lacan, J., (1975b), “Conferencias en universidades norteamericanas – Universidad de Yale, Seminario Kanser”, 24 de noviembre 1975, Lacaniana, 2015, 19, p. 15.
  4. Lacan, J. (1975), op. cit. p.126.
  5. Lacan, J., Seminario, Libro 22, RSI, (1974-1975) inédito, clase 2, 17 de diciembre de 1974.
  6. Miller, J.-A. (2002), Biología Lacaniana y Acontecimiento del Cuerpo. Buenos Aires: Colección Diva, p.81.
  7. Pelliza, M. (2013), “El Niño Amo”, Las Conversaciones del VI ENAPOL.
  8. Palomera, V. (2020), “Lo que viene de lo Real”, en J. Rotstein (comp.) Estudios sobre lo Real en Lacan, Barcelona-Buenos Aires: Xoroi.
  9. Recalde, M (2020), “Armar un cuerpo”, X Conversación Clínica Antena Bilbao, Sección Destellos.
  10. Freud, S. (1899), “Carta 188, 3.4 de enero de 1899”, en Cartas a WiIlhelm Fliess 1887-1904. Buenos Aires: Amorrortu Eds, 1986, p. 370.
  11. Palomera, V. Op. cit., p. 51.
  12. Isasi, B. “Los traumas sexuales infantiles”. 2021.