TEXTOS DE ORIENTACIÓN

Enric Berenguer

El largo duelo de las marcas

El plural en el título de nuestras jornadas apunta a una orientación e invita a ser interpretado. ¿Por qué el trauma es uno y las marcas varias? Unicidad del primero y diversidad de las segundas deberán ser fundamentadas. Así se nos revelarán aspectos de nuestra práctica y de nuestra propia experiencia analítica.

Que el trauma es uno, no salta a la vista, se lee en la doctrina de Freud y de Lacan. Sin duda, en las vicisitudes de la vida más de un acontecimiento satisfará las condiciones de lo que en psicoanálisis llamamos traumático: insuficiencia de lo simbólico para tratar un real, efracción en la experiencia del cuerpo que responde a esta misma insuficiencia, separación entre lo que irrumpe y la consistencia del cuerpo imaginario en la que el sujeto se reconoce.

Pero si el trauma es uno, apunta a un trauma fundamental, inseparable del surgimiento como tal del parlêtre. La serie de los acontecimientos que lo evocan, larga o breve, sigue un hilo discreto y cuesta tiempo, el de un análisis, encontrar la ley que siguen más allá de toda apariencia. Ley que, al fin y al cabo, es la que el propio síntoma produce, del dominio de la más absoluta singularidad, desafiando su propia denominación como ley.

Ello exige remitir la noción de trauma, con su carga excesiva de evidencia clínica y vital, a lo que Lacan nos descubre con un juego de palabras, vinculando lo traumático con el agujero, al hablar de “troumatisme” (trou=agujero).

Lacan emplea este neologismo en su Seminario XXI, cuando dice: “[...] todos inventamos algo para colmar el agujero en lo real. Allí donde no hay relación sexual, eso produce troumatismo. ¡Entonces, se inventa!”1 Para lo que ahora nos concierne, conviene recordar lo que dice en otro lugar: “Cuando hablo de un agujero en la verdad, no es una metáfora grosera […] es el aspecto negativo que aparece en lo que es lo sexual, precisamente por su inaptitud para revelarse”2.

La orientación lacaniana de Jacques-Alain Miller nos ha permitido entender mejor esta noción a partir de la centralidad de la noción de lalangue, situando lo más esencial de ella en el trauma que esta última induce en el cuerpo, por el hecho, tal como lo formula Eric Laurent, de que allí se pone de relieve la “falta del significante que se necesitaba”3 –impidiendo pensar dicho impacto en términos positivos, contra toda tentación demasiado verosímil.

Ahora bien, ¿qué relación hay entre esta falta significante, relacionada con el impacto de la lengua en el cuerpo, y lo que se pone en juego en la experiencia concreta del trauma, localizada en determinados momentos de la historia del sujeto. Superponerlos con demasiada facilidad puede ocultar, entre lo uno y lo otro, entre el “trouma” y el “trauma”, una relación de hecho más compleja, en la que más bien el uno se revela como reverso del otro.

Resumiré lo que planteo diciendo que desvelar el agujero del trauma permite reducir el brillo de sus marcas. Y ello no sin situar la dimensión de invención en la que cristaliza el síntoma, como respuesta radical del sujeto a la experiencia de separación entre el goce y el cuerpo.

La eficacia engañosa del acontecimiento traumático, en su dimensión de repetición, se basa en la posibilidad que aporta de una representación, por opaca que sea, de una relación entre el goce y el cuerpo, haciendo consistir la figura de un Otro sin ley. Hace relación.

El trabajo del análisis es mantener abierta una interrogación radical por sus efectos, cuando no un cuestionamiento, oponiéndose a cualquier recurso a lo verosímil y al sentido. La tentación es grande de aliarse con el acontecimiento traumático para velar la invención sintomática del sujeto, que es la que produce al mismo tiempo el agujero central de la estructura y cierto anudamiento que deja abierta la vía, de por sí infinita, de la búsqueda de sentido. Hasta que la vía del análisis permite alcanzar su hueso, que es tanto como su hueco.

¿Marcan tanto las marcas? Habrá que descubrir, tras cada una de ellas, lo que vela, desafiando su consistencia. Su plural nos da la pista de que no hay que confundirlas con el Uno que hay, que es en última instancia lo que está en juego. Si el trauma es uno y las marcas varias, cada una puede ser reconducida a su condición de semblante.

Ante todo lo que se presenta en la vida del sujeto bajo el rostro de lo traumático, velamos, bajo transferencia, por no cristalizar lo que –más allá de una apariencia de displacer– reanuda cuerpo y goce en cortocircuito.

El análisis verificará que las marcas más fieles pueden no estar donde parece. En todo caso, el enjambre que todas ellas constituyen, en lo que presentan y en lo que borran –algunas de ellas, traducidas en condiciones de amor y de deseo– se anuda secretamente en el síntoma. A reescribir en la cura con las tachaduras de cada huella.

 

Notas:

  1. Lacan, J., Seminario XXI, “Les non-dupes errent”, inédito, clase del 19-2-74.
  2. Lacan, J. “Lugar, origen y fin de mi enseñanza”, en Mi enseñanza, Paidós, 2007.
  3. Laurent, E., III Coloquio de la Orientación Lacaniana: en referencia a Sutilezas analíticas de Jacques-Alain Miller, Grama Ediciones, 2013.
marca 01

Notas:

  1. Lacan, J., Seminario XXI, “Les non-dupes errent”, inédito, clase del 19-2-74.
  2. Lacan, J. “Lugar, origen y fin de mi enseñanza”, en Mi enseñanza, Paidós, 2007.
  3. Laurent, E., III Coloquio de la Orientación Lacaniana: en referencia a Sutilezas analíticas de Jacques-Alain Miller, Grama Ediciones, 2013.