TEXTOS DE ORIENTACIÓN

Estela Paskvan

La experiencia traumática que inaugura... a posteriori

¡Niños, con cuidado en el gallinero!, podría ser la advertencia después de leer las observaciones sobre dos zoofobias, las relatadas por S. Ferenczi y H. Deutsch, es decir, las referidas al niño-gallo y al niño-gallina. Por razones de espacio aparcamos al primero -el pequeño Arpad- hasta otra ocasión y nos acercaremos al segundo tal como lo aborda Lacan para lo que ahora nos interesa1.

Es verdad que la advertencia sobre el gallinero resulta un tanto anacrónica para las vidas en las grandes urbes, sin embargo está bien recordar la precisión de Freud. En muchos casos, el animal objeto de la fobia proviene del entorno del sujeto, que incluso ha sido “familiar”. Esto resulta relevante en la observación de Helene Deutsch2. Aquí nos limitaremos a los tres tiempos de la historia infantil que enmarcan la experiencia traumática.

1) Hasta los 6 años

El relato nos da detalles muy esclarecedores acerca del interés particular por estos animales, interés que compartía con su madre y a la que acompañaba en la tarea de recoger los huevos en la granja en que vivían. El modo en que ésta palpaba a las gallinas para saber si estaban a punto de poner era objeto de una demanda especial por parte del niño. A la hora del baño, éste pedía a su madre ser palpado en su trasero de igual manera. Y es más, también “ponía” bolos fecales en las esquinas de su habitación; en tanto la gallina preferida de su mamá él le proveía de los objetos que a ésta le interesaban. Tiempo sin conflictos donde se asegura que el Otro es taponado con el objeto.

2) La escena de los 7 años

El pequeño está jugando en el suelo, inclinado, de cuclillas, cuando de repente su hermano -diez años mayor- se abalanzó sobre él desde atrás, cogiéndole por la cintura y gritó: “¡Yo soy el gallo y tú eres la gallina!”. El niño se rebeló con rabia y lágrimas, “¡Yo no quiero ser la gallina!”, a la vez que luchaba por deshacerse de esa posición. Lacan pregunta por qué el pequeño dice que no, si hasta ese momento él se encontraba tan a gusto en poder ser para su mamá “una gallina de lujo, aquella que no estaba en el gallinero”. Si esta escena es tan crucial es porque precisamente está en juego el narcisismo y una relación de poder que la situación revela bien: el otro lo inmoviliza por la cintura en una determinada posición. A partir de aquí, aparece una restricción considerable en la libertad de movimientos del pequeño. Para señalarlo, Lacan recurre a la homofonía entre “maîtrice” (dominio) y “motrice” (motriz). ¿Por qué hay traumatismo? Por los efectos que produce una intrusión de goce al que tuvo que ceder.

3) La eclosión de la fobia a las gallinas

La aparición del síntoma fóbico tiene toda su importancia.Y Lacan propone una nueva perspectiva: leer con sus registros lo que en la teoría se ha llamado “complejo de castración”. En el caso, la fobia a las gallinas se produce por un pasaje en el límite entre imaginario y simbólico: el objeto que tenía una determinada significación en el campo del narcisismo pasa a convertirse en el significante “gallina” que provoca temor. Desde ese momento el significante de la fobia se presenta como un recurso frente a la angustia y de allí su eficacia. Si Lacan había señalado que la angustia no es sin objeto, se ve que “ese objeto es la apuesta misma del sujeto en el campo del narcisismo” al sustituirlo por un significante que resultará desde ese momento temible.

El trauma... a posteriori

A continuación, Lacan cuestiona la perspectiva cronológica en la consideración del traumatismo cuando se estima la posición del sujeto como determinante para lo que adviene después. Por el contrario, el tiempo es retroactivo tal como se efectúa en la experiencia analítica. Es desde el après-coup subjetivo que se sitúa al trauma en su valor refractivo. En el caso, es a partir del significante “gallina” -el surgimiento de este S1- que se alumbra la contingencia de la escena traumática. Y será también retroactivamente cuando advirtamos sus huellas.

La impronta de las marcas

Las marcas son las huellas, las letras que se inscribieron en el cuerpo en tanto acontecimiento. Al respecto basta con la aguda observación de H. Deutsch de un detalle nada menor. El joven homosexual de 20 años que acudió a su consulta relata algo relevante al respecto. En cierto momento del análisis, el paciente contó que tenía una zona alrededor de la cintura donde era muy cosquilloso. Incluso al probarse un traje o rozar ese sitio levemente, estallaba en carcajadas; durante el colegio, cuando sus compañeros trataban de hacerle cosquillas en esa zona había llegado a desmayarse de risa. La analista apunta: “la reactivación del placer y el repudio simultáneamente”3. Efectivamente, la reactivación de un goce inscrito en el cuerpo en tanto marca de un real que ex-siste.

 

Notas:

  1. Lacan, J., El Seminario 16, De un Otro al otro, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 292-295.
  2. Deutsch H.,“Un caso de fobia a las gallinas”, Cuadernos de Psicoanálisis No. 7, Ediciones Eolia, 1994, p. 57-62.
  3. Ibid., p. 60.
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Notas:

  1. Lacan, J., El Seminario 16, De un Otro al otro, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 292-295.
  2. Deutsch H.,“Un caso de fobia a las gallinas”, Cuadernos de Psicoanálisis Nro. 7, Ediciones Eolia, 1994, p. 57-62.
  3. Ibid., p. 60.