TEXTOS DE ORIENTACIÓN

Carmen Cuñat

Los dos tiempos del trauma y el Uno del goce

En sus inicios Freud planteaba que el trauma sexual en la infancia estaría en el origen de los síntomas, pero se significa en un segundo momento. No hay una respuesta subjetiva inmediata o directa al acontecimiento traumático. El trauma sexual se significa con la pubertad, cuando el niño o la niña están en condiciones de saber algo de lo que ocurrió.

Al mismo tiempo Freud descubre la función del fantasma que encubrirá de aquí en adelante el encuentro traumático con la sexualidad y con ello introduce su hipótesis del inconsciente. El psicoanálisis está dando sus primeros grandes pasos.

Lo que señala Freud desde el primer momento es que el acontecimiento en si mismo no da cuenta del trauma. Tomarlo así invita a reducir su alcance y a confundir su abordaje con la prevención. El trauma es siempre del orden del imprevisto.

De esos dos tiempos Freud da cuenta en el “Proyecto”1, a propósito del caso Emma, pero también más tarde con Dora y, de ahí en mas, se puede generalizar para otros casos. La lógica del après-coup, orientará la clínica freudiana hasta el final.

La joven Emma se angustia cuando tiene que entrar en una tienda. Freud le invita a asociar libremente sobre este temor y recuerda que a los trece años entró en una tienda y le pareció que los jóvenes vendedores se reían de sus vestidos. Freud le invita a proseguir, entonces tiene un segundo recuerdo. Una vez, teniendo 8 años entró en una tienda a comprar caramelos. Esa vez el vendedor le toca los genitales a través de su vestido. Entonces Emma recuerda también que volvió una segunda vez a la tienda. ¿Porqué vuelve? se pregunta Freud.

La joven Dora2, con 18 años, se queja de la soledad e incomprensión en la que se encuentra frente a todo su entorno una vez que ha denunciado los avances amorosos que ha recibido por parte del Sr. K, marido de la amante de su padre. No es la primera vez, a la edad de 14 años, el mismo Sr. K la abraza sin previo aviso. En ese momento ella guarda silencio. Ahora, a pesar de la denuncia, padece de un síntoma de afonía.

La Sra. B renuncia al encuentro sexual a raíz de una enfermedad que la sorprende. Recuerda que a los cinco años padece el acoso sexual de un joven pariente. No dice nada. Pero guarda el recuerdo intacto de ese mal encuentro incomprensible para ella. En su análisis advierte que ella nace después del fallecimiento de una hermana, hecho que sumió a la madre en un duelo prolongado. Desde entonces ella ocupa en su fantasma el lugar agalmático de la hija muerta. Hacerse la muerta es su defensa frente al encuentro sexual.

No es casual que Freud hable del trauma en dos momentos también de su obra, que son claves. Al inicio, cuando plantea la hipótesis de la causalidad sexual de los síntomas y al final cuando plantea la hipótesis de la pulsión de muerte, y deduce el concepto de repetición3.

Lacan, sosteniéndose en la lógica del significante, que da cuenta del efecto de significación, una vez que un segundo significante se conecta con el primero, se sostiene también en un primer momento en la lógica del après-coup, de la retroacción. Para él, esta lógica es deudora de la estructura del lenguaje que preside todos lo acontecimientos que rigen la vida psíquica. Sin embargo, como señala J.-A. Miller4, la rectificación que propone Lacan es que ese primer momento del trauma no se puede recuperar como tal sino que se obtiene como efecto de la cura analítica misma. Por otro lado, en su ultima enseñanza, orientada por lo real del goce, toma preeminencia la fijación de goce producida por el significante mismo, ya no primero sino en tanto que Uno solo, fuera de la cadena, fuera de sentido. En esta perspectiva Lacan recupera, en efecto, el concepto de fijación que daba cuenta para Freud del modo de gozar particular que promueve la pulsión. Para Lacan esta será la ocasión de poner de relieve la incidencia ya no solo del lenguaje sino de lalengua sobre el cuerpo, de los primeros significantes sin sentido que han percutido el cuerpo del ser hablante, que agujerean muy precozmente un cuerpo viviente llamado a hablar, lo “troumatizan”5 y, de ahí en más, le invitan a repetir ese primer acontecimiento traumático que no es otro que el de la perdida de goce del viviente, goce inalcanzable para siempre. Así, el ser hablante repite en sus síntomas, muy a su pesar, “un goce que no debería”6. Esto es lo que llamó también la atención de Freud a propósito de las neurosis traumáticas, de la reacción terapéutica negativa, de los sueños de angustia a repetición, incluso del juego del niño y que le llevó a introducir su hipótesis de la pulsión de muerte.

Con todo ello, toma protagonismo ya no el segundo momento del trauma, el de la significación, sino el primero, el de la fijación de goce, que tiene esto de particular pues da cuenta de la huella producida por un acontecimiento del cuerpo, fuera de sentido, que se presenta bajo el modo de lo indecible. Por ello de nada sirve pedirle a un sujeto que esta bajo el impacto de un trauma que hable de lo que ha sentido, o intentar tranquilizarle con discursos preestablecidos. La huella que deja el acontecimiento traumático propiamente dicho es del orden del "sin palabras” Otra cosa es ofrecerle a ese sujeto un lugar para que sus propias palabras sean acogidas teniendo en cuenta el peso que conllevan y que en el mejor de los casos bordearán el agujero producido, la marca indeleble. Lo que es más interesante es que en medio de la tormenta de palabras, y las mas de la veces de silencios, que puede producir un acontecimiento traumático, cualquiera que sea, se puede encontrar el pequeño detalle que remite a un primer momento inaugural que coloca a cada ser hablante frente al encuentro siempre imprevisible e inasible con lo real de la sexualidad y de la muerte.

Carmen Cuñat, Madrid, Mayo de 2021.

 

Notas:

  1. Freud S., “Proyecto de Psicología”, O. C., vol. I, Amorrortu, Buenos Aires, 1976.
  2. Freud S., “Fragmento de análisis de un caso de histeria”, O. C., vol. VII, Amorrortu, Buenos Aires, 1976.
  3. Freud S., “Más allá del principio de placer”, O. C., vol. XVIII, Amorrortu, Buenos Aires,1976.
  4. Miller, J.-A., “Un lecture du Séminaire D’un Autre à l’autre”, La Cause freudienne, nª67, septiembre 2007, pp.120-121.
  5. Lacan produce un neologismo equivocando agujero (trou) con trauma (trau-).
  6. Miller J.-A., “Lire un symptôme”, Revista Mental nº26, EFP, Junio 2011, p.56.
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Notas:

  1. Freud S., “Proyecto de Psicología”, O. C., vol. I, Amorrortu, Buenos Aires, 1976.
  2. Freud S., “Fragmento de análisis de un caso de histeria”, O. C., vol. VII, Amorrortu, Buenos Aires, 1976.
  3. Freud S., “Más allá del principio de placer”, O. C., vol. XVIII, Amorrortu, Buenos Aires,1976.
  4. Miller, J.-A., “Un lecture du Séminaire D’un Autre à l’autre”, La Cause freudienne, nª67, septiembre 2007, pp.120-121.
  5. Lacan produce un neologismo equivocando agujero (trou) con trauma (trau-).
  6. Miller J.-A., “Lire un symptôme”, Revista Mental nº26, EFP, Junio 2011, p.56.