Entre escrituras. El trauma

¿Qué es primero, la palabra o el hacer? Ciertamente, no la palabra, sino una escritura del cuerpo, después de la cual vendrá la palabra. “Una escritura es, pues, un hacer que da sostén al pensamiento. A decir verdad, el nudo bo cambia completamente el sentido de la escritura. Confiere a dicha escritura una autonomía, tanto más notable cuanto que hay otra escritura, esa que resulta de lo que podría llamarse la precipitación del significante”1.

Éric Laurent, É., El reverso de la biopolítica,
Buenos Aires, Grama Ediciones, 2016, p. 151.

 

Lacan con el nudo bo 2 sostiene el significante con una S mayúscula. La teoría de conjunto de Cantor le sirve para establecer la lógica de las cuerdas y la bolsa; es a partir del cuerpo, para escribirlo que se hace de él un agujero vacío, el O, es lo que le da ex-xistencia y consistencia al cuerpo. Las tres consistencias distintas que se ciernen en la nueva perspectiva de bolsas y cuerdas, establecen la diferencia entre “lo que se modula en la voz” que no tiene nada que ver con la escritura, “la palabra fónica” y la escritura como “hacer”.

Esta nueva escritura permite enganchar los significantes, por lo que llama la dit-mensión es (mención/mansión del dicho), abre la perspectiva de otra dimensión, no es la otra escena, aterida de verdad, es lo que le “permite prolongar mension en mensionge lo que indica que el dicho no es en absoluto forzosamente verdadero”3.

La manera de sostener el saber se hace con esa escritura, “la escritura es notación de lo que no tiene representación. En este sentido, la escritura es adecuada para la notación del agujero sin imagen”4. “La psicología no es otra cosa que la imagen confusa que tenemos de nuestro cuerpo”5, y se simplifica en afectos. James Joyce no goza de la paliza, pero si experimenta una sensación de asco, en esto hay algo que tiene un valor psicológico, lo que concierne a su propio cuerpo es un “desprenderse como una cáscara”, es un dejar caer. La idea de tener un cuerpo y no ser un cuerpo, convierte este asco en un afecto, hay una cierta infracción a esta posesión, para Joyce su escritura es esencial a su ego.

“La escritura de la forma del cuerpo como saco que puede vaciarse remite al conjunto vacío, cuyo cardinal es Uno: ‘Lo sorprendente es que la forma no revela más que la bolsa, o, si ustedes quieren, la burbuja, ya que es algo que se infla’67.

El cuerpo como hinchazón, como burbuja, puede escribirse como agujero con un borde, siempre que se le aplaste. “Sin embargo, una bolsa vacía sigue siendo una bolsa, es decir, el uno que solo es imaginable por la ex-sistencia y la consistencia que tiene el cuerpo por ser envase”8. Tenemos entonces la consistencia del saco y la existencia de las cuerdas. Con este 2 llega el 3 a nivel del trauma de lalangue sobre el cuerpo.

Lacan toma a James Joyce y en particular a Finnegans Wake para demostrar el verdadero núcleo traumático para cada uno de nosotros. En relación a lalangue: “lo único que hay (…) es el aprendizaje al cual el sujeto ha sido sometido que una lengua entra en otra”9. Lo verdadero no es el núcleo traumático. “El verdadero núcleo traumático no es la seducción, la amenaza de castración, la observación del coito, no es la transformación de todo eso como fantasma, no es Edipo y castración. El verdadero núcleo traumático es la relación con lalangue10.

 

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Notas:

  1. Laurent, É., El reverso de la biopolítica, Buenos Aires, Grama ediciones, 2016, pág. 151.
  2. Neubo es homófono de noued bo, Lacan cita a Joyce: “Donde en el monte Neubo se nos otorgó la ley”.
  3. Lacan, J., El Seminario, libro 23: El sinthome, Buenos Aires, Paidós, 2006, pág. 142. Lacan conjunga mension (mención) y mensionge (mentira).
  4. Laurent, É., El reverso de la biopolítica, op. cit., pág. 151.
  5. Lacan, J., El Seminario, libro 23: El sinthome, op. cit., pág. 147.
  6. Ibid., pág. 18.
  7. Laurent, É., El reverso de la biopolítica, op. cit., pág. 152.
  8. Lacan, J., El Seminario, libro 23: El sinthome, op. cit., pág. 18.
  9. Miller, J.-A., “Joyce el síntoma”, Uno por Uno, Revista Mundial de Psicoanálisis, nº 45, 1997, pág. 21.
  10. Ibid.