La urgencia, un tratamiento del trauma

El trauma es el primer encuentro con un indecible, con algo que hace agujero porque no hay palabra que lo nombre, ese encuentro es singular para cada uno, es el trauma del no hay relación sexual.

Hay también otra vertiente del trauma, el trauma como acontecimiento, la irrupción de lo real sobre las representaciones simbólicas que el sujeto ya tenía hasta ese momento. En la urgencia ocurre esto la mayoría de las veces, un real produce una ruptura aguda de la cadena significante, el sujeto no puede representarse y queda suspendido, hay un S1 suelto porque el S2 del saber ha caído. La urgencia es una vertiente del trauma y como él es singular, hay tantas urgencias como sujetos, el trauma singulariza la urgencia.

Siguiendo a Lacan se puede llamar urgencia a lo que empuja a un sujeto a dirigirse a un analista, eso que empuja puede no ser nuevo, pero para que sea tratable debe ocurrir algo que lo vuelva urgente, algo que suelte el arreglo en que se sostenía. La urgencia es la condición de un tratamiento psicoanalítico. Está a la entrada, luego preside cada sesión modulando el tiempo en su dirección a lo real, y favorece la precipitación del final. Cito a Miller: “Hay en el análisis algo que empuja (…) el hincapié que hace Lacan en la urgencia (…) indica una causalidad que opera un nivel (…) más profundo que la transferencia, en el nivel que Lacan llama satisfacción, en la medida en que es la urgencia y el análisis el medio de esta satisfacción urgente”1.

Lacan articula la urgencia, también a la formación del analista: “Señalo que como siempre los casos de urgencia me enredaban mientras escribía esto. Escribo sin embargo en la medida en que creo deber hacerlo, para estar al día con esos casos, para hacer con ellos el par”2.

Cualquier demanda es siempre demanda de urgencia y habrá análisis si el analista que acoge a un sujeto hace el par con él, y esto tiene que ver con la formación del analista, que debe estar advertido de sus puntos de urgencia y poder hacer así lugar al real del sujeto.

Traeré una cita de François Lèguil: “se espera que el analista que se enfrenta con la urgencia no sea un hombre de vuelta de su propia urgencia”3. El analista tiene que haber tratado su “troumatisme” y operar con su deseo, que haya “del analista” posibilitará el tratamiento de la urgencia. El final del análisis está marcado por el tiempo de la conclusión y la precipitación. Es una urgencia también para el analista que tiene que hacer posible la urgencia de la satisfacción del final. Chantal Bonneau en la revista Enlaces pone la satisfacción en relación a la raíz de ese término, satis: “suficiente”. Es suficiente en relación al Otro del cual el analizante ya puede separarse.

 

 

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Notas:

  1. Miller, J.-A., Sutilezas analíticas. Paidós 2012. Pág. 129.
  2. Lacan, J., “Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11”, en Otros escritos. Paidós. Pág. 601.
  3. Lèguil, F., “Reflexiones sobre la urgencia”, en La Urgencia: El psicoanalista en la práctica hospitalaria, R. Vergara ED, Argentina, 1988, p.28.