Nudo y trauma

“En el seminario El sinthome, el nudo borromeo es una escritura. Los nudos se trazan, se dibujan. (…) Y lo que debe notarse es que el nudo como escritura, como dibujo, no debe nada a la conexión entre el significante y el significado. Por eso Lacan dice que el nudo cambia por completo el sentido de la escritura. ¿Y en qué consiste ese cambio? Pues bien, en que el nudo desacopla la escritura respecto de la palabra y en que en ese desacoplamiento el nudo mismo revela que tiene el valor de un traumatismo. Lo tuvo para los oyentes de Lacan y lo tendrá en la historia del psicoanálisis.

El pensamiento es pues invitado a acoplarse a los nudos borromeos, es decir, a abandonar su referencia al cuerpo. Por eso en el seminario El sinthome estos nudos retornan como otras tantas invitaciones a pensar por fuera de la referencia al cuerpo, por fuera de la referencia a lo más imaginario que hay, o sea, por fuera de la forma. (…)

Aquí, con los nudos, el ojo es conducido a otra abstracción, a la abstracción de esos tres redondeles de cuerda curiosamente anudados, inseparables, que harían del hombre un compuesto trinitario de lo imaginario, de lo simbólico y lo real, si esos tres redondeles se mantuvieran solos.

Que se mantienen solos es algo que Lacan dice a veces, pero también dice que para ello hace falta además un cuarto que es el sinthome. Luego, finalmente dice que siempre hace falta el sinthome, es decir, una invención para que se mantenga unido.”

Miller, J.-A., Piezas sueltas (2004- 2005),
clase del 1 de diciembre de 2004,
Buenos Aires, Paidós, 2013, págs. 50- 51.

 

El título de las XX Jornadas de la ELP para noviembre de 2021, “Marcas del trauma”, ya nos orienta que se trata de una escritura que marca al cuerpo en su encuentro con lo real. Es pues un acontecimiento de cuerpo al que se hiere. Trauma es herida como lo necesario, que en el Seminario 21 Lacan escribe III, como lo que no cesa de escribirse, ya anunciado en Radiofonía cuatro años antes.

La posición del psicoanálisis frente a ese trauma que marca como necesario no es la posición de eliminar, anestesiar, prevenir o controlar como se hace en algunas terapias, como la cognitiva. Se trata de que ese necesario (III) introduzca un real que no cesa de no escribirse (000) para convertirlo en lo posible (III000) y que a partir de ese imposible introducido en lo necesario se escriba como contingente (000III). Este contingente es el no-todo que ahora ya no se escribe como síntoma sino como singular que sabe arreglársela con el síntoma de otra manera por un invento de ese sujeto que no es universalizable.

En el Seminario 20, el trauma aparece en lalengua, neologismo inventado por Lacan para señalar no algo del orden de la palabra sino de la lectura que se hace de lo que se escucha dicho por el Otro de la norma y del sentido. Esa lectura es singular para cada uno es su cadaunada que Lacan escribe como trouma, neologismo que unifica trauma y agujero.

En el Seminario 23, ese trouma es un nudo sinthomático que mantiene trabados los tres registros simbólico, imaginario y real. Ese nudo tiene el valor de un traumatismo como relieve último, como resto incurable en el hablanteser, como lo disarmónico y que lo convierte en un discapacitado. Araceli Fuentes lo muestra en su pase como el relieve de la voz convertido por ella en un impulso a decir. Lacan toma el caso Joyce porque convierte su discapacidad en una obra de arte con la que es feliz, como se escucha en su apellido, y con la que realiza un sueño de eternidad que dará trabajo a los universitarios durante cientos de años. Joyce encuentra su felicidad a partir de su propio sinthome como êtrernel, dice Lacan en el Seminario 20, el ser eterno como un sueño. Joyce, desabonado del inconsciente, consigue inventarse un sinthome sin haberse psicoanalizado a pesar del interés que Jung puso en ello.

El nudo traba el compuesto trinitario RSI bajo la forma de sinthoma para que se mantenga unido, ese es su escabel sobre el que se eleva para hacerse valer. Ese resto que queda para cada uno como relieve es sin igual y su diferencia reside en la opacidad que siempre permanece. Esa nobleza de su bastardía es lo que en Lacan tacha a la S del sujeto porque no hay sujeto sin síntoma.

 

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