El amor: entre suplencia y trauma

La palabra amor ha sido votada por internautas hispanoparlantes como la más hermosa del castellano1. A pesar de que hay amores incendiarios, amores que engañan; de sus sinsabores, dulzuras y amarguras, de su vinculación a la muerte y otros etcéteras, el amor mantiene su prestigio. El discurso corriente ve en el amor la solución a muchas de las dificultades del sujeto consigo mismo y con los otros. No escasean, por supuesto, la curas por amor en el mercado de las psicoterapias ¡Hasta se le otorga el poder de hacer existir a Dios!

Cuando parecía que ya no había más que decir sobre el amor que no se hubiera dicho en las mil lenguas a través del tiempo, una atribución inédita sobrevino al amor cuando Freud lo usó para indagar sobre las sombras del alma.

Más allá de sus aspectos narcisistas, de su defensa ante la castración y la falta en ser a la cual ofrece un don que no posee, de su ligazón con la repetición, y pasamos a su vinculación con lo real traumático, Lacan nos trae como primicia una función esencial del amor, nada menos que intentar suturar el imposible lógico de la inexistencia de la proporción sexual. Esta es la función capital que el amor mantiene con el trauma, según Lacan2.

Aun a sabiendas de que con el semblante solo podemos bordear lo real, no es poca cosa que el amor posibilite la conversación con ese imposible, por eso el psicoanálisis lo ha utilizado desde sus comienzos con Freud.

Cuando Diotima dialoga con Sócrates sobre el amor en El Banquete, le explica que el amor acerca lo mortal a lo divino3. Lacan le habría comentado que el amor hasta nos hace creer que podemos gozar del Otro.

¿Trae el amor algo nuevo en nuestra época como aporte a la suplencia de ese imposible para el ser hablante o, por el contrario, lo hace aún más patente? Lo evidente hoy es que la “liquidez” contemporánea del amor da paso a otros fluidos, por lo demás ineficientes, pero que prometen un arreglo con ese imposible.

Si planteamos el amor como trauma, ¿podría una contingencia amorosa temprana irrumpir con un efecto traumático equivalente a un acontecimiento de cuerpo como el que da origen al Uno del goce?

Lo que el psicoanálisis constata es la insistencia del amor en hacer existir la relación sexual allí donde el significante fracasa. Con esa insistencia tiene la eternidad asegurada. Pero, esta aspiración al todo y signada por el fracaso ¿podríamos pensarla como una posible veta traumática del amor?

 

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Notas:

  1. «‘Amor’, la palabra más bella del castellano», El Mundo, 23/04/2006.
  2. Lacan, J., El seminario, libro 20, Aún. Paidós, Buenos Aires, 1981, clase del 16/1/1973.
  3. Platón. El Banquete. Textos info Biblioteca, PDF, 2016, p.32.