El objeto pulsional como amarre ante el troumatisme

Lacan en Joyce el síntoma expresa el efecto que el troumatismo causa en el cuerpo hablante. Usa una peculiar manera de nombrar lo humano (LOM) que sufre el primer embate de goce y juega con el significante sin reglas para subrayar el sinsentido que lo acompaña: “LOM quetieneunkuerpo y notiene más Keuno” y que experimenta un “eso se siente, y una vez sentido, eso se demuestra”1. El “eso se siente” es la experiencia inasible del trauma original y la huella que deja en el cuerpo. El “eso se demuestra” es el trabajo interminable de interpretación y de construcción de modos de hacer con ese goce.

En Une enfance de rêve Catherine Millet escribe sobre su infancia para demostrar el “eso” que se siente. Encontramos allí un precioso recuerdo de la marca que deja el troumatismo de la no relación entre sujeto y Otro y de cómo en ese hueco surge el objeto de la pulsión: “La primera vez que fui al mar, mis padres no pudieron resistirse. Estábamos cansados del viaje, había caído el día, pero al llegar al alojamiento decidieron que nos acercáramos hasta la playa para mostrarme el mar. Nunca hasta entonces mis ojos se habían encontrado sin casas, sin árboles, sin hierba…Solo el vacío gris de la extensión radiante e irregular de la playa con sus charcas y sus surcos de agua. Llegamos con la marea baja, y en esa zona el mar se retira hasta el punto de que apenas se distingue. Debí mostrar un rostro inexpresivo que mi madre tomó por decepción ya que oí que decía con voz queda: ‘¡Ella cree que es así el mar!’. ¿Pero no era más bien ella la que estaba decepcionada por no poder hacerme descubrir una cosa maravillosa enseguida? Porque yo no esperaba nada, yo era demasiado pequeña para tener una representación mental ya forjada a partir de imágenes vistas o de relatos escuchados, para comparar con lo que se presentaba ante mi mirada. El comentario me desconcertó. ¿Puede ser que me sintiera en falta por no responder a la expectativa de mi madre mientras mis ojos se colmaban? Mientras un niño no interpone entre él y el mundo las representaciones que le son dadas, no corre el riesgo de malentendidos o decepciones. Para mí estaba bien que el mar fuera ese lienzo inmenso de arena sin color en el crepúsculo. Si esta visión está tan perdurablemente inscrita en mí, ¿no es porque me colmaba?”2

Este recuerdo muestra el abismo que se abre al tropezar con el malentendido esencial entre sujeto y Otro. La falta en el Otro hace acto de presencia y el cuerpo de la pequeña Catherine toma nota de ello con un efecto que es nombrado como desconcierto. Allí donde se esperaba el regocijo del encuentro mutuo, que la homofonía entre mer y mère enfatiza, aparece la ruptura del “no hay relación”. Algo faltó que hizo el recuerdo imborrable.

Aquí se ubica el “eso se siente” del troumatismo al que Millet vuelve con su escritura para dejar constancia de cómo en ese hueco se plantó la satisfacción pulsional que la acompañará toda su vida, “la mirada”. En una entrevista dirá: “Escribiendo comprendí hasta qué punto la función de la mirada era importante en mi sexualidad. Pero yo soy una crítica de arte, por lo que también ejerzo mi profesión a través de mis ojos”3.

El ejemplo permite ver cómo el objeto pulsional y su satisfacción es un amarre para el parlêtre ante el agujero del “no hay”.

 

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Notas:

  1. Lacan, J., “Joyce el Síntoma”, Otros escritos, Bs. As., Paidós, p. 591.
  2. Millet, C., Une enfance de rêve, Paris, Flammarion, 2014, pp. 20-22. Traducción propia.
  3. Jurado, M. C., «Catherine Millet ‘La literatura es un desvío de la pulsión sexual’ « Entrevista a Catherine Millet, www.economiaynegocios.cl, 27 de octubre de 2015.