La fractalidad del agujero

Los bordes del agujero

En un tiempo mítico de la constitución del parlêtre, podríamos considerar que el enjambre de la lalangue, golpea al organismo produciendo un agujero central a modo de “troumatisme1 inicial. No siempre se consiente a dicho agujereado y muestra de ello daría el autismo forcluyendo el troumatisme 2 y quedándose en una disposición esférica a modo de caparazón.

En caso de ser consentido este agujero, lo definiríamos como un tiempo primero sobre el cual un encadenamiento de los diferentes registros pudiera darse. Es decir, una vez dentro del lenguaje se podría plantear la inclusión en el discurso. Este momento en el que la estructura se decanta, Lacan lo definió como la insondable decisión del ser3. Lacan opone la Verwerfung a la Bejahung primordial4 y explica que como tal supone una expulsión. Expulsión del significante de la castración en lo simbólico. De esta manera entre lo introducido en el sujeto Einbeziehung ins ich y lo expulsado del sujeto Ausstossung aus dem ich se producirá un encadenamiento posible de la estructura. Para una estructura neurótica en la que funcione la Verdrängung (represión) podríamos dibujar una cadena borromea5 que haga borde al agujero central. Es decir, el neurótico se defenderá de ese primer impacto de la lalangue a través de una pantalla denominada fantasma y cristalizará un síntoma. Del lado de la psicosis, sin embargo, podríamos dibujar una cadena por interpenetración o por continuidad a modo de trébol6 y respondería al vacío central a través de la formación delirante y el fenómeno corporal. Dos maneras para responder, para bordear un vacío central.

Una horma

En este hueco central de la estructura Lacan situó el objeto a. Letra que define lo que no ha sido simbolizado, lo que ha escapado de la voracidad del lenguaje. Resto de real que palpita a través de las pulsiones parciales. Podríamos diferenciar el objeto causa que produce angustia y deseo, del objeto meta que uno se dedica a buscar por el mundo. Pero dando un paso más y a través de la extracción de este objeto puede bordearse el vacío central del agujero, real sin velo, que da cuenta de lo indecible del puro impacto de los S1s sueltos. Es decir, puede definirse el objeto a como el propio hueco a través del cual la pulsión se satisface. Siguiendo a Miller podríamos designar el objeto a como el nombre de la estructura en cuanto indefinidamente repetida7. Sería lo que Lacan llamó “enforma” de A, una horma8. Una horma a través de la cual eso se repite. a condensaría la potencia de repetición.

Del troumatisme al trauma

El trauma de la infancia, el de la adolescencia, el que tiene relación la sexualidad y con la muerte, el que uno recuerda y describe en el análisis debería ser diferenciado del troumatisme primordial. Aunque este trauma de cuenta de un real que uno no pueda simbolizar y tenga efectos en el cuerpo, podríamos definirlos como en dos tiempos distintos, pero relacionados.

Podríamos decir que el trauma segundo, se trata de una especie de lectura a través del eco que dejó el primero. Digamos que el troumatisme inicial dejó un cuño, una horma, una conformación de borde del agujero, a través del cual se leerán los siguientes traumatismos. Es a través de este cuño que se interpretará en un tiempo segundo el impacto de lo real. Se trata de la resonancia de lo indecible, lo que iterará en el resto de la vida del parlêtre a modo de fractalidad del agujero. Entonces hay relación entre el troumatisme y el trauma, hay una relación sincrónica de un tiempo coagulado. Hay algo que resuena de la misma manera, que reverbera siempre igual.

La cristalización del síntoma en su consistencia da cuenta de esa iteración, de esa fractalidad. Una vez denudado el síntoma hasta su hueso, nos quedaría el hueco9 del mismo. Lo que tiene que ver con esta horma de lo real. Con aquello que nunca se inscribió, de lo indecible, de lo Uno. Y que sin embargo es el soporte del mismo de lo que resuena de manera incesante.

Un significante nuevo

Entonces un borde, un cuño de un agujero cuando se denuda hasta las últimas consecuencias puede llegar a dar una opción de producir un nuevo encadenamiento. Una nueva manera de bordear el Uno indecible. Cuando el análisis se lleva a su final, los AEs dan cuenta de un significante nuevo10, fuera de sentido que produce un borde nuevo. Una manera diferente de ser afectado por lo real. No es que la iteración ceda, sino que lo hará de otra manera. No es que la resonancia ceda, sino que tendrá otros efectos y eso se siente en el cuerpo. Miller dirá que no hay reconciliación con la pulsión, sino que al final se consigue cierta plasticidad del sujeto, para seguir la metonimia de la cadena significante con menos inercia11.

El lugar de Ya-nadie y la vociferación

Cuando Lacan habla del redondel quemado en la maleza de las pulsiones12, sitúa en ese lugar de la inorganización del ello, la inscripción del sujeto como ausencia. Un lugar que denomina de Ya-Nadie, en el que el sujeto se defiende de las pulsiones bajo la forma de ausencia. Es desde ese lugar que surge la vociferación, esa parte extraída en la maleza que es el objeto a como voz. Pero que va más lejos que el objeto a tomado como semblante y también más allá del sujeto, porque para vociferar hace falta un cuerpo13. Entonces vacío central lugar de Ya-Nadie como natalicio del parlêtre y también lugar topológico para un final de análisis14 en la que se articularían goce, cuerpo y vacío.

 

[*] Mandelbrot, B., La geometría fractal de la naturaleza, Tusquets, ISBN 84-8310-549-7. Un fractal es un objeto geométrico cuya estructura básica, fragmentada o aparentemente irregular, se repite a diferentes escalas.

 

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Notas:

  1. Lacan, J.: Le Séminaire, livre XXI, “les non-dupes errent” (1973-1974), lección del 19 de febrero de 1974, inédito.
  2. Laurent, E., La batalla del autismo, Grama ediciones, Bs. As., p. 82.
  3. Lacan, J., “Acerca de la causalidad psíquica”, en Escritos 1, Biblioteca Nueva Siglo XXI, Madrid, 2013, p. 175.
  4. Lacan, J., “Respuesta al comentario de Jean Hyppolite sobre la Verneinung de Freud”, en Escritos 1, Biblioteca Nueva Siglo XXI, Madrid, 2013, p. 368.
  5. Schejtman, F., Ensayos de clínica psicoanalítica nodal. Grama ediciones, 2013, p. 165, nudos neuróticos.
  6. Lacan, J., Seminario XXIII: El sinthome. Paidós 2006, p. 53.
  7. Miller, J.-A., Extimidad, Cap. «La consistencia lógica de a«. Paidós 2010. p. 461.
  8. Ibídem, p. 462.
  9. Berenguer, E., «El largo duelo de las marcas».
  10. Lacan, J.: Seminario XXIV: “L’insu quesait de l’une-bévue s’aile à mourre”, (1976-1977), lecciones editadas en Ornicar ?, Boletín periódico del Campo freudiano, nº 17-18, Paris, Lyse, 1979, pp. 7-23. Hacia un significante nuevo: IV. Un significante nuevo. 17 de mayo 1977.
  11. Miller, J.-A., “Marginalia de Milan sobre análisis terminable e interminable” (Final) Uno por Uno 1994. p. 75.
  12. Lacan, J., “Observación sobre el informe de Daniel Lagache”, en Escritos II, Biblioteca Nueva Siglo XXI, Madrid, 2013, pp. 634-635.
  13. Miller, J.-A., Todo el mundo es loco. Paidós, 2015, pp. 332-333.
  14. Laurent E., “El pase y los restos de la identificación”. Letras nº6, 2013, p. 34.